Esmeralda Torres


Para saber quién soy me llamo a solas.
El silencio se quiebra. La respuesta
susurrando al oído me convence
de añadir, de borrar en el papel
—tan minúsculo a veces, y exquisito—
los rostros que descubren, descubrirme
cuando no hay nada más sólo pintura
en ansias desdoblada, sólo color
y formas y maneras de llegar
a ese espacio tan mancha, a ese vuelo
que me ayuda a indagar por la presencia
que me llena de paz, y en el sosiego
me muestra a quien ya soy: una mirada,
una necesidad y un testimonio y un afán
de pintar y repintar, de ensuciar y ordenar
lo que sé que ya soy: mi fe que pinta.